jueves, 19 de marzo de 2009





Carlos Vitale
Descortesía del suicida
Prólogo de José María Merino
Candaya S.L.
ISBN 978-84-936007-3-0
114 págs.; 19,5x14 cm
PVP 12 €

Micro-relatos de Carlos Vitale

La iluminación del absurdo es seguramente el mejor destino de la literatura y en estos textos de Carlos Vitale -que alternan la sustancia narrativa con la reflexiva, los pequeños relatos y los chispazos aforísticos- el suicida descortés, el náufrago que flota sobre una puerta, los nadadores que se entrenan para una travesía sin destino, la amistad basada en el mutuo desconocimiento, el teléfono que solo suena cuando no estamos… reflejan, o simbolizan, esa realidad sin sentido que sólo ciertas rutinas laborales y comerciales se empeñan en ofrecernos como racionalmente ordenada. José María Merino.
Y luego viene lo mejor, el hilo que une a estos relatos y los convierte en uno solo: el humor, el resquicio socarrón e inteligente por donde observa el autor la vida y la forma como obliga al lector a hacer lo mismo. Winston Manrique (El País, “Babelia”).
Consciente de que su vida, y en el fondo la de cualquiera de nosotros, es un simple borrador, Vitale constata con socarronería la posibilidad de transgredir esa amargura (“Debería pasarme a limpio”, pág.19); establece una reflexión sobre los límites del pesimismo, que puede llegar a ser paródico si lo analizamos con la suficiente perspectiva (“¿Cómo es posible que todos los años hayan sido el peor año de mi vida?”, pág.31); acaricia la consolación que nos puede llegar mediante el lenitivo edulcorado del humor (“Quien paga manda: Mi peluquero insiste en que no me estoy quedando calvo”, pág.40, esmalta contundentes máximas políticas, recubiertas con el barniz amable de la ironía (“La sonrisa de Drácula: El candidato sonríe a los desmemoriados”, pág.95); o trata de convencernos de la necesidad de mantener en todo momento nuestras ideas y nuestras opiniones por encima de las adherencias externas (“Déjate guiar. A donde quieras ir”, pág.107). Rubén Castillo Gallego (El Faro de Murcia).
Carlos Vitale nació en 1953 en Buenos Aires (Argentina). Es licenciado en Filología hispánica y Filología italiana. Reside en Barcelona desde 1981. Unidad de lugar (Candaya, 2004) recoge su obra poética completa, formada por: Códigos (1981), Noción de realidad (1987), Confabulaciones (1992) y Autorretratos (2001). Ha traducido a numerosos poetas italianos y catalanes, entre otros: Joan Brossa, Dino Campana, Giuseppe Ungaretti, Sergio Corazzini, Umberto Saba, Sandro Penna, Eugenio Montale (Premio de Traducción Ángel Crespo, 2006), etc.
La primera versión de Descortesía del suicida (1997) recibió el Premio de Narrativa Breve Villa de Chiva. Esta edición de Candaya, que incorpora 24 nuevos textos, reúne la narrativa de Carlos Vitale hasta la actualidad.

Algunos micro-relatos de Descortesía del suicida:
DESCORTESÍA DEL SUICIDAEn la estación de Can Boixeres una mujer protestaba por la detención de los trenes. En la estación de Sants un hombre se había arrojado a las vías. En la estación de Can Boixeres una mujer protestaba por los constantes suicidios en las horas de máxima afluencia de público.
LA PUERTA CONDENADADe niño, en el barrio, se relataba la aventura de un vecino que había sobrevivido a un naufragio flotando durante una semana sobre una puerta. Desconozco quién era e incluso si la peripecia acaeció de verdad, pero no dejo de meditar en ese hombre, azul y agua, negro y agua, asido a una puerta por la que no es posible huir.
SUS RAZONES TENDRÁPor algo será que el espejo me devuelve la imagen.
DEMASÍA¿Cómo es posible que todos los años hayan sido el peor año de mi vida?
GATO POR LIEBREEstoy harto de los antipáticos que se hacen pasar por tímidos.
MOEBIUSA los once años comprendí que nunca sería un gran pintor. A los catorce, que nunca sería un gran futbolista. A partir de entonces he estado abierto a toda clase de decepciones.

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