Vía Láctea.
Me alivia pensar que por ser poeta y recitar,
disparé una bala directa al corazón que me mato.
Que me sentenciaron al destierro con un juicio
sin derecho a defenderme; pues me dieron de comer.
¿Quizá fue demasiada comida la que me dieron?
Comida entre taller y taller, entre herramientas, tornillos y sacos de cementos, hasta que por fin, decidieron mejorar ese entorno, llevándome a una estancia donde no se puede llevar sombrero y el andar, es un juego, donde compartir una conversación era de oído en oído, tan pegadicos, todo un recreo; tan cercano a mi antiguo colegio.
¿Quizá pensaron?
“Esto es un cachondeo ya no hueles a tornillos ni a cemento, te tienen que sangrar mucho más las manos, me han dicho los carceleros, que cuando te fustigan, ya ni lloras, ni siquiera murmullas un quejido, un lamento, sonriendo y sonriendo”.
¿Quizá les di que pensar?
Y claro no habitaron en la interrogación.¡Al destierro, al destierro!
¿Acaso di miedo alguno?, ¿quizá hable de mi pareja o de mi hijo?, ¿quizá entre vieron una amenaza en mis palabras cuando al preguntar conteste? o ¿quizá incluso en el silencio?, ¿quizá me acusaron los carceleros? vallase usted a saber que mierda dijeron, por qué esos son los mierdas que torturan, amenazan y se tocan los huevos.
Pero dejémonos de interrogantes, pues no preguntaron, valiente decisión ante la duda, el destierro, y digo bien, pues nadie me llevo a los tribunales, ni acusación alguna me dieron ¡al destierro al destierro!. Como dijo Quevedo: Poderoso caballero es don dinero.
Todo en mi es alegría, pues mi conciencia esta tranquila, todo mi corazón con los sin sombreros, el agradecimiento a las donaciones y a la conversación que así quisieron darme y a los que con su dedo acusador me faltaron al respeto, tengan a bien este dedo alzado para sus culos hemorroidales y neardentales.
Autor: Rafael Luna Gómez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario