sábado, 9 de enero de 2010

A Sara Fedrika.

A Sara Fedrika.




Andaba los caminos a ciegas.

Se reía de la muerte. Ciega.

Parió. Sus pies no le pertenecen.

Blasfema con los ojos abiertos

y el corazón en la mano.

He sentido su latir cansado

la sangre resbalar en mi mejilla.

He tenido el deseo en mi mano,

eyaculando calles conocidas,

-no siendo el hombre que la excitó-.

Común lo extraño, lo diferente, el lo.

Quieres sufrir, mecida en el dolor

de los ciegos inconscientes; muertos.

Perdóname si deliro. Cierro los ojos,

mordiendo tus labios. ¡Oh acaso!

alcance tus curvas, (siempre fui un pulpo).

La culpa es tuya. –medito.

Ríes. Una a una, van al nacedero

de la felicidad, del conocimiento.

Sabes… nunca lloramos solos,

porque con todo somos inocentes,

morimos por lo menos una vez.

Aunque no te ame. Te quiero.

Autor: Rafael Luna Gómez.

4 comentarios:

Javier López Clemente dijo...

Será la casualidad pero vengo del blog de Sara Fredika.

En su último poema, como siempre, me deja KO.
No le he dejado ningún comentario porque sería mancillar sus palabras con las vulgaridad de las mías.

Salu2 córneos

PD: Y ahora voy a leer tu poema.

alejandro pastor dijo...

Mira que yo le quiero tambien dedicar algo y que nunca se me ocurre nada...Gran idea señor Luna, gran idea.

un abrazo

Sara Fedrika dijo...

Querido Rafa

Gracias por tus palabras, me has dejado boquiabierta, creo que es el primer poema que me dedican.

Te voy a contestar con otro poema de Chantal Maillard, siento que no me salga nada mío:

Un universo crece en tu saliva/
cada vez que los soles del dia y de la noche/fuerzan las cosas a nacer/
Mis palabras y mis ojos distinguen
los colores/pero mi piel no distingue, acepta/los infinitos mundos que se imbrincan/se abalanzan, se funden, se deshacen/ a la velocidad sin tiempo/ de tu mirada.
Aquella noche/dejé desatendida la casa donde duermes/y en uno de tus párpados el tiempo se hizo hueco/.
Ahí pude escuchar, agazapada,/el magnífico estruendo, la catarata espléndida de tus delirios.

Un abrazo.

Rafael Luna Gómez dijo...

Hola Javier,
bendita casualidad.
Las palabras vulgares las dicen quienes desconocen su sentir y sentido.

Alegandro, Alegandro.
La idea va con la intención.
Ocurre que el último poema que escribe Sara, peto, esta dedicatoría.

Gracias Sara,
me enorgullece ser el primero.
Claro que me imagino que te sorprendería,
la verdad espero haberme quedado corto y
no sea más que el comienzo de muchas otras dedicatorias.
El poema que me mandas es una pasada.

Abrazos Atronadores.