martes, 27 de enero de 2009

Niños asesinados


Veo niños asesinados en las noticias del televisor.
No me conmueve.
¿Cómo es posible que mi visión sea: ojo de cristal de un muñeco ante unos niños asesinados?, ¿cómo es posible?. Soy tan endeble, tan moldeable como el plástico frío del muñeco con el que intento huir. Como derrotar las defensas que mi mente ha maquinado. ¿Cuándo? ¿cómo? me hice tan decadente, ¿son acaso las razones de los verdugos suficiente argumento?, ¿no es suficiente barranco la sábana sangrienta de sus infantiles muertes?, ¿qué he de hacer para que la lágrima del desconsuelo mane de mi rostro?; Quizá sea eso, que estoy en el lado de los vencedores, -aún no siendo judío-, o quizá, sea mi rechazo a la religión musulmana, o a sus costumbres.
Tengo muy claro que no me pertenece su inocencia, o el lugar de donde proceden, sus juegos infantiles, las ruinas de los edificios o sus calles, y menos aún, el valor de sus gentes o la pasión con la que se despiden de sus muertos.
Tengo muy claro, qué aun no apretando el gatillo, he pisoteado las tablas de la ley que Moisés presentó al pueblo, que apretó el botón, que mató a éstos niños, que mató al verso que defiende con la palabra precisa la vida diciendo: NO MATARAS.
Tengo muy claro que soy parte ejecutora al no hacer mas que este poema, que llora y se hace lágrima. Quizá se convierta en una bomba hecha de lágrimas en el mundo y ciegue la ira a los asesinos. De momento, ha logrado que su autor sea lágrima mirando a unos niños Palestinos asesinados.

Autor: Rafael Luna Gómez.

3 comentarios:

Sara Fedrika dijo...

La consecuencia de estar perpetuamente informados es la costumbre a ver ciertas imágenes y a la falta de sentimiento que esto nos provoca. Sólo si nos toca de cerca somos capaces de llevarnos las manos a la cabeza y rasgarnos las vestiduras.
La guerra siempre es injusta.
Estamos aburguesados, anquilosados e incapacitados para reaccionar. Ya que nombras las tablas de la ley, recuerda que en la Biblia Dios dice que vomitará de su boca a los tibios de corazón. Creo que somos nosotros.

Un abrazo.

Sara Fedrika dijo...

Acabo de leer un poema de Blas de Otero al que le he visto relación con tu texto. No se, me ha gustado. Ahí va, perdona por lo pesada que soy.

Con la sangre hasta la cintura, algunas veces
con la sangre hasta el borde de la boca,
voy
avanzando
lentamente, con la sangre hasta el borde de los labios
algunas veces,
voy
avanzando sobre este viejo suelo, sobre
la tierra hundida en sangre,
voy
avanzando lentamente, hundiendo los brazos
en sangre,
algunas
veces tragando sangre,
voy sobre Europa
como en la proa de un barco desmantelado
que hace sangre,
voy
mirando, algunas veces,
al cielo
bajo,
que refleja
la luz de la sangre roja derramada,
avanzo
muy
penosamente, hundidos los brazos en espesa
sangre,
es
como una esperma roja represada,
mis pies
pisan sangre de hombres vivos
muertos,
cortados de repente, heridos súbitos,
niños
con el pequeño corazón volcado, voy
sumido en sangre
salida,
algunas veces
sube hasta los ojos y no me deja ver,
no
veo más que sangre,
siempre
sangre,
sobre Europa no hay más que
sangre.

Traigo una rosa en sangre entre las manos
ensangrentadas. Porque es que no hay más
que sangre,

y una horrorosa sed
dando gritos en medio de la sangre

Rafael Luna Gómez dijo...

Me traes otras voces amiga mía, tu calor en tus opiniones (tengo brazos fuertes para el peso que llevas, que traes) me encanta hablar y escuchar.
Impresionante poema por cierto.